sábado, 8 de enero de 2011

El secreto es poder compartir el juego

"Ni el juguete más grande ni el más vistoso le garantizarán placer si no nos tiene a su lado. Porque, en sus primeros años, la diversión es compartir pequeños momentos llenos de sorpresas y encanto."




    A los tres o cuatro años los niños/as reclaman presencia, compañía, actividad compartida o intercambio lúdico; pero obtienen juguetes con los que pretendemos que se conformen y no pidan nada más. Cosa que no sucede. Los objetos que tienen no pueden ser utilizan sin la supervisión de un adulto (muchos de ellos). 

Ahora que los niños/as y los adultos estamos tan perdidos en la modernidad, ahora que hemos aumentado el confort, los bienes materiales, la televisión, los ordenadores que hay en casa, los mp3, los iPhone, las blackberry; ahora que los niños/as tocan todo mando a distancia con mucho más interés que las teclas de los juguetes didácticos, quizás sea el momento de recordar cómo jugábamos en el pasado quienes ahora somos mayores, con qué nos divertíamos y cuáles eran nuestros juegos favoritos. 

Es posible que recordemos especialmente los juegos en la calle con otros niños/as, cosas que hoy no es muy frecuente, al menos en las grandes ciudades. Posiblemente éramos algo más ingenuos, era un tiempo en el que la ilusión y la fantasía formaban parte de de nuestra cotidianidad.  
Las noches se nos hacían eternas pensando en pedirles deseos a nuestra hada madrina. Hoy la magia seguramente tiene más relación con Internet que con dibujar duendes del bosque.  Los hechizos que antes nos volvían locos ahora son comparados con la publicidad que nos aborda la televisión. 
El consumo desenfrenado hace que nada más que se compren juguetes y juguetes, y que sean los propios niños/as los que diferencien qué juguete es más caro que otro, ya manejan cifran. 

Posiblemente, cuando los niños/as de hoy sean mayores no tengan unos recuerdos especialmente bonitos o tiernos de sus juegos y juguetes si no competitivos y referentes a cantidades obtentosas que indicarán si uno tenía más juguetes que otro. 

Desde mi punto de vista, debemos de dar al niño otra educación en el juego. El juego cotidiano puede volver a ser mágico. Todos nosotros estamos en condiciones de ofrecer a los niños momentos especiales, llenos de sorpresas y encanto. Casi siempre estamos cansados, hartos de nuestra rutina, enfadados con el mundo y con los mayores. Y ese hastío, no hay juguete que lo transforme. Aunque hoy tenemos más dinero, más objetos y más confort, necesitamos agregar más recuerdos y recuersos provenientes de nuestro interior a nuestros pequeños.



No hay comentarios:

Publicar un comentario